jueves, 19 de julio de 2012

Tareas de la ESO

Hola a todos ^^ Rebuscando en lo más profundo de mi ordenador, donde nadie había metido mano en años, he encontrado un monólogo mío que tuve que hacer en 4ºESO para clases de Lengua, la verdad es que me pareció bastante gracioso y me gustaría compartirlo con todos vosotros, aunque lo más probable es que mi manera de narrar, así como mi escritura sea algo pésima, quería mantener el texto original, espero que lo entendáis.

Un día de mí triste vida


Bueno, estoy aquí para contaros un día muy especial para mí, pero no por ser un día muy alegre, al contrario, por ser un día de lo más horrendo. Pero no os voy ha adelantar nada, será mejor que empiece a contarlo.

El día empieza cuando mí hermoso despertador suena con su alegre pitido y me levanto de un salto la mar de contento, ¡mentira! El día empieza cuando mí maldito despertador suena con un horrible pitido que me taladra los tímpanos y me levanto con unas ojeras de no haber dormido nada, pero que se le va ha hacer, así es la horrible vida del estudiante.
Después de haberme levantado, me voy al baño y me meto en la ducha, pongo el agua ardiendo y me lavo de arriba abajo. Si alguien se esperaba que me pusiera a cantar alegremente en la ducha, siento decepcionarle, pero no.
Terminada la sesión de ducha, salgo del cuarto de baño, que ahora parece una sauna, y me visto con lo primero que pillo en el armario, no estoy por la labor de pararme ha pensar media hora que ropa ponerme, eso no va conmigo. Tras vestirme, me acerco a la cocina deseando llenar mi estomago vacío con algo de hidratos de carbono, proteínas, calcio, etc., es decir, el desayuno de toda la vida. Desgraciadamente, abro la nevera y, ¡sorpresa! No hay leche, intento mantener la compostura mientras me dirijo al armario de la terraza a coger uno, mientras pienso en algo que me alegre y me mantenga contento, para no lanzarme de cabeza a la habitación de mis padres y empezar una matanza encarnizada y sangrienta.

Tras coger el bendito cartón de leche, vuelves a la cocina y empiezo a preparar mi alegre desayuno, que se compone principalmente de mi tazón de leche y galletas, vamos, un desayuno típicamente español, lo único que la paella y la tortilla de patata no entran en el menú mañanero.
Contento de haber llenado el buche, vuelvo a mi habitación y empiezo a meter en la mochila los libros-ladrillo que tengo que llevar al instituto, no se porque pero siempre en ese momento pienso que el gobierno debe de pensar que los alumnos debemos de tener un seguro a todo riesgo, porque esa mochila pesa mas que el armario de mí salón.

Bueno, después de eso, mí venerable amigo me llama al alegre telefonillo, que para mí mas que alegre, se parece mas al toque a muertos de los pueblos. Agarro el bloque de cemento que llevo de mochila y salgo por la puerta.

Durante el camino al instituto mi amigo me cuenta sus problemas con el despertador y me aburre con sus paranoias mentales, a ver, ¿te crees que yo no tengo ese mismo problema por las mañanas? Llegamos a mi añorado instituto y me alegro de despedirme del plasta de mi amigo, subo a la carrera las escaleras del edificio deseoso de encontrarme con mis amigos, ¡mentira! Subo corriendo las escaleras para ver si me tropiezo en ellas y me parto una pierna y así no aguantar el sufrimiento del día, algo que, obviamente, no pasa. Entro en el aula y saludo a todos mis compañeros con una sonrisa forzada, mientras pienso en la cama y en los beneficios de esta.

Ahora llegan las clases: Ética, nos cuentan los valores morales y materiales, mientras intentas en parecer despierto. Sociales, los benditos Borbones que te levantan tanto dolor de cabeza al recordar sus fechas de reinado. Luego la mejor, Lengua, repasar las oraciones simples, pero, de repente le preguntan a mí compañera de mesa como se reconoce al atributo y, lógicamente, contentamente lo primero que se le pasa por la cabeza, los verbos copulativos, pero no es la única, ¡como que no es la única, es la imprescindible para el atributo, sin ella, el atributo no puede existir! Como castigo, me cambian a mí de pupitre mientras pienso en torturas chinas que aplicar con mí profesor, coser los ojos, la boca, esas cosas…

Teatro, una hora que la paso sentado en una silla mirando a las musarañas. Educación Física, jugar al fútbol, donde yo casi me parto la rodilla al pisar el balón para intentar pararle. Por último, Biología, donde la profesora nos cuenta las cosas más interesantes del ADN, ya sabéis: Adenida con Timina y Guanina con Citosina es muy importante, sin eso, no hay ADN.


Salgo del instituto una vez terminada la última de las clases, te encuentras con tú amiga, e instintivamente me acuerdo del profesor de Lengua, al que deseo estrangularle por no explicarme mis dudas con la primera frase del ejercicio 6 de las subordinadas, no te preocupes querido Julián, un día de estos vendré con esa reclamación por escrito que tanto echas en falta.

Como, me pongo a leer mis pasajes favoritos de Eclipse, mientras me acuerdo de Alicia y pienso en la cara que pondrá al leerlos. Luego, a Teatro, al salir de casa, me llama una amiga del foro para decirme que me acaban de nombrar director de la academia. Tras recuperarme del susto que esto conlleva, entro en teatro, donde mi profesor me espera con un bulto que supongo que será ropa, entro en los baños, y me pongo una camiseta amarillo pollo, unos pantalones vaqueros dos tallas mas pequeñas y, para colmo de males, sin cremallera en la bragueta, además de unas alpargatas como las que lleva mi abuelo en el pueblo 4 tallas mas pequeñas. Me miro al espejo y deseo morirme ya que parezco una salchicha embutida, salgo del baño con andares de pato, ya que andar con unos pantalones y unas alpargatas que no son de mí talla es muy difícil.

El profesor de teatro de gasta medio bote de gomina en ponerme un peinado en punta, cuando termina, vuelvo al baño para ponerme mí ropa, pero al verme en el espejo pienso en que las pelucas que llevaban en el barroco eran mejores que mí nuevo peinado.

Tras cantar Barco a Venus con Alex, salimos al patio y el profesor nos dice que empecemos a dar gritos para que nos oiga Alicia desde su casa, rápidamente pienso que estaríamos haciendo el imbecil porque lo más probable es que Alicia estuviese en la escuela de idiomas.

Entramos de nuevo tras lo absurdo de los gritos y canto con Andrea Quédate en Madrid. Tras terminar nos vamos a casa, ceno y me acuesto, mientras digo:

-Que asco de día.

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